Entrevista en la revista cultural Siglo Nuevo, de México.

Puedes leerla aquí

https://siglonuevo.mx/nota/2199.el-mundo-onirico-de-javier-esteban

 

El mundo onírico de Javier Esteban

Sus circunstancias familiares lo convirtieron en un niño muy inquieto. Todas las noches, Javier Esteban se sumergía en pasajes oníricos, muchos de ellos pesadillas, que lo marcaron. Se convirtió así en un narrador de sueños y su madre le indicaba que tenía una “imaginación moruna”, algo que comprobaría años más tarde al adentrarse en el sufísmo.

El interés por los sueños permaneció oculto en la esencia de su ser, hasta que comenzó a psicoanalizarse en la antesala de sus tres décadas de vida. Un experimento con dietilamida le recordó a los relieves del mundo onírico. Entonces era 1994 e inició el andar en sus investigaciones.

Con una formación orientada hacia el derecho político y la filosofía, Javier Esteban dio un giro de 180 grados hacia el campo psicológico. En las veredas de la psique, recuerda que Duermevela, su libro de relatos, cayó en manos del antropólogo Luis Cencillo, con quien analizó sueños durante tres años.

La figura de Cencillo siempre está presente en su pensamiento, en esa concepción de los sueños donde el material onírico es tratado como una arqueología de símbolos, palabras, significados y significantes.

Javier Esteban sigue un camino que Sigmund Freud comenzó en 1899 con la publicación de La interpretación de los sueños, sólo que es consciente de que el mundo ha cambiado y con ello la manera de abordarlos, por lo que los dogmas freudianos pueden fungir como inicio pero no como leyes inquebrantables.

Así, el sueño requiere de una tarea de codificación, de interpretación, de facilitarle el acceso al soñante para que éste tenga un horizonte más claro de hacia dónde va, qué desea y con qué herramientas cuenta para afrontar sus batallas; es decir, un diálogo interno donde es imprescindible cursar el idioma del ser.

Para el autor, el sueño es un asunto que ha inquietado a la humanidad desde la génesis de su evolución. El hombre sueña, proyecta y comparte desde la caverna. Algo que le rememora a su infancia, en esa ingenuidad de no comprender las pesadillas que lo invadían.

¿Cuál es tu concepto de los sueños?

En los sueños nos decimos cosas a nosotros mismos, reflexionamos sobre nuestro existir de una manera distinta, simbólica y metafórica, empleando partes del cerebro que no empleábamos habitualmente y dejando de utilizar otras como el lóbulo frontal, la parte de la lógica que usamos diurnamente. De tal manera que los sueños son un diálogo con nosotros mismos que nos aproxima a partes desconocidas en la vida ordinaria. Ése es el valor de los sueños: hablan de nosotros de una manera distinta. Esto no significa que todo sueño nos diga algo de la misma importancia, pero sí que podemos establecer un diálogo. Porque representan, como decía Freud, el canal más claro, la vida regia hacia lo inconsciente. De los cinco caminos que Freud define hacia el inconsciente, el de los sueños es el más vivo. Así que, personalmente, los sueños me han acompañado como una conversación hecha desde otra instancia propia: lo inconsciente, pero también es lo supraconsciente. Los sueños tienen diferentes capas y los hay muy distintos; el sueño luminoso que diferencia Jung no tiene nada que ver con el sueño vulgar.

Foto: Behance / Danilo Facchini

Tengamos en cuenta, y en esto sí nos ayuda la neurociencia, que a lo largo de la noche se producen diversos episodios y diferentes procedimientos con origen químico en el cerebro. A lo largo de las fases REM, en las subidas, en las bajadas de las mismas, se producen diferentes situaciones en el cerebro que nos permiten hablarnos de manera distinta. Lo que van a hacer los sueños es acompañarnos toda la vida, y si somos capaces podemos establecer un diálogo muy fructífero con ellos, donde además si metemos a una tercera persona, a un terapeuta, descubriremos cosas que no conocemos de nosotros mismos. Parece mentira que el mundo de los sueños no se emplee en psicología como debería; hay un gran olvido, una gran ignorancia en realidad. Ahora pensamos que desde la neurociencia nos van a aclarar qué es esto de los sueños. El problema es que la neurociencia nos está explicando cómo se producen bioquímicamente estos relatos, pero no puede explicarnos el relato en sí. A mí no me hace falta un experto en funcionamiento cerebral y saber qué zonas se iluminan cuando estoy teniendo una visión, lo que hace falta es alguien que sea capaz de hacernos entender qué es lo que estamos diciendo. En realidad, Fritz Perls tenía razón cuando decía que no había interpretación posible de los sueños. Para él había que interpretarlos videnciándolos, pero los interpreta el soñante. Nadie desde fuera puede interpretar un sueño, pero puede hacer de espejo y de herramienta para que lo comprendamos mejor.

Dicen algunos autores que cada quien sueña con su propia verdad, que cuando uno cuenta sus sueños en realidad parte de recuerdos donde algunos fragmentos se quedan en el mundo onírico, porque no pueden extraerse…

Uno utiliza recuerdos y materiales diurnos. Pero habrá que distinguir entre lo vivido conscientemente y lo vivido inconscientemente. Por ejemplo, lo percibido conscientemente: ahora mismo no estoy hablando, me estoy fijando en las monturas de tus gafas, no me estoy fijando mucho en el dibujo que tiene tu gorra, pero de algún modo lo estoy percibiendo. De un modo no consciente podría soñar con el símbolo que tiene tu gorra esta noche, soñar que es una bandera negra en un gran castillo que arde en llamas, o que es el símbolo de una caballería arcana. De tal manera que lo que percibimos diurnamente lo percibimos de diferentes modos. Luego cabe la pregunta clave: ¿Solamente soñamos con que percibimos? ¿O hay algo en el sueño? Aquello a lo que Freud y fundamentalmente Jung se aproximan. ¿Hay algo más que lo percibido en un sueño, algo inconsciente-arquetípico en el sueño? ¿Soñamos con algo más de lo que percibimos? Pues parece que sí, parece que tenemos estructuras mentales arquetípicas que aparecen en los sueños y que no hemos percibido previamente. ¿Cómo es posible esto? Pues no lo sabemos muy bien. ¿Tú has volado alguna vez, con tus alas? No has volado, pero probablemente has soñado con que has volado. ¿Esa sensación de vuelo de dónde puede venir? ¿Por qué interpretamos que es una sensación de vuelo? ¿Por qué pensamos que soñamos que volamos? Casi todos hemos soñado que volamos. Quiero decir que hay estructuras psíquicas que se repiten en los sueños, que son universales y que no tienen por qué haber sido percibidas por nosotros. Es lo que decía Freud, sobre una memoria colectiva que no sabemos muy bien dónde reside. Aquí también la ciencia podría dar alguna explicación mediante la cual podemos soñar con lo que ha soñado la especie en toda su evolución. Esto se ha manifestado al analizar las visiones, en la toma de ciertos enteógenos; hay animales arquetípicos que no se dan en algunas zonas ni han sido vistos nunca, pero que aparecen en todos los humanos.

Foto: francescociccolella.com

Fuiste discípulo de Luis Cencillo, ¿cuáles son los principales puntos de su tesis sobre sueños?

Luis era un gran erudito, un hombre que pensaba en alemán, porque había estado más 20 años en Alemania estudiando. Pero también podía hablar en sánscrito o en hebreo. Esto nos da un poco la idea de cómo era, qué mentalidad tenía. Después de una formación impresionante que abarcaba desde la arqueología hasta el mundo de la filología, tenía una visión integral de la realidad, una cosmovisión educada que le da un papel esencial al mundo de los sueños en contraposición de lo que había vivido en su época, que era el abandono completo y la denigración del mundo de los sueños por las diferentes escuelas. Era un transversal, un psicólogo y un filósofo humanista; no era ideológico. Era capaz de captar y comprender lo que es un sueño para Freud, también el sueño para Jung, el sueño para Adler, para Lacan, etcétera. Pero lo desideologiza al no ser miembro de ninguna escuela. Él puede ver los sueños en puridad y establece un método propio, asociativo, que no está tan lejos del método freudiano pero se quita sus prejuicios. Es decir, si Freud dice que el sueño va a ser siempre un deseo y el deseo va a tener un contenido libidinal, Luis va a quitar el concepto de deseo y lo libidinal, pero va a seguir pensando que el sueño nos enfoca a algo que deseamos. Igual que con los junguianos. Luis por supuesto conoce a Jung, es filólogo, es antropólogo, conoce perfectamente lo que es un significante, lo que es un símbolo, lo que es un inconsciente colectivo (que él lo llama inconsciente radical), pero va a tener la agudeza de no convertir eso en el centro de la doctrina de interpretación de sueños. Siempre es una interpretación personalizada, donde el soñante va a ser quien descubra sus propios símbolos, sus metas y sus fines. Luis, como buen jesuita, carece de la vanidad de hacer un descubrimiento sin dar un servicio. Además, tiene luego el destino de no ser reconocido. Luis es un hombre que se autopublica 80 de sus 100 obras, y eso lo va a aislar socialmente. De un modo no va a ser reconocida su teoría, pero creo que hace una compilación de todo lo existente sobre la cultura de los sueños a través de diferentes soluciones y explicaciones. Pierde muchas energías luchando contra las teorías científicas de los sueños. Y eso que la neurociencia estaba todavía despertando y no existía su dictadura, donde parece que Allan Hobson es un gran intérprete. Hobson es un genio de la neurociencia, tiene un trabajo absolutamente respetable y necesario para el conocimiento de los sueños, pero es un mediocre interpretador, un hombre que no entiende lo que es un relato y que no entiende demasiado de psicología; es un genio de la neurociencia, pero no es un gran psicólogo. Si Freud hubiera tenido los conocimientos de Allan Hobson, estaríamos en otro mundo de los sueños. Lo que hace Luis Cencillo es ordenar pensamientos sobre los sueños, establecer una metodología correcta y trabajar sin prejuicios con los sueños, al servicio del soñante desde el humanismo. Ese es el gran trabajo de Luis Cencillo: su mayéutica de los sueños, por así decirlo.

Cencillo también criticaba al psicoanálisis. ¿Cuáles crees que han sido los errores sobre los sueños en materia psicoanalítica?

Freud se topa con el mundo de los sueños, lo encuentra, lo estudia como nunca lo había estudiado nadie; es decir, con un rigor absoluto, con la visión, las gafas y los límites de su tiempo. Entonces, no podemos tomar sus descubrimientos e ir sobre la interpretación como verdades dogmáticas. Lo que ha hecho su escuela ha sido convertir La interpretación de los sueños en casi un código metodológico-dogmático. Así, los sueños significan símbolos sexuales, deseos, incluso los sueños de angustia son deseos frustrados. Se establece una serie de verdades insuficientes para comprender el mundo de los sueños. Esto también va a provocar la gran ruptura entre los junguianos y los freudianos, en el sentido de aquello que se solía decir en el psicoanálisis: “Freud descubrió una sardina pescando encima de la cabeza de una ballena; estaba sobre algo gigantesco que era el inconsciente y se fijaba en la sardina. Esta metáfora nos ilustra mucho sobre su pensamiento.”

El sueño es uno de los cinco caminos que Freud define hacia el inconsciente. Foto: Behance / Turan Vardar

Freud era un clínico y el gran descubridor del mundo del inconsciente, pero estaba enfocado a analizar cuáles son los defectos que el inconsciente provoca en la enfermedad, a través de la neurosis, fundamentalmente. Está centrado en descubrir cuáles son las causas de la clínica que muestran ciertas mujeres u hombres con neurosis. Ahí descubre que hay cosas en el inconsciente que no funcionan muy bien. Es a lo que llamo “el tren de la bruja”. Freud tiene una visión del inconsciente como el tren de la bruja. Cuando Jung se mete al fondo descubre que el inconsciente no es eso, sino un lugar maravilloso donde está todo y donde no está nada. El inconsciente es algo parecido a Dios sin ser Dios. Cuando Jung pone esto encima de la mesa, Freud le llama al orden. Le dice: “Vamos a ver. Nosotros somos clínicos, no somos parapsicólogos. Nosotros no sabemos lo que es la sincronicidad. No sabemos si una mala vibración ha hecho fundir esta bombilla o caer un libro de tu estantería. Somos gente que se dedica a cuidar a la gente, somos clínicos. Tenemos una vocación científica”. Esa misa vocación científica que hace muy grande a Freud, también lo limita en su concepto de los sueños; sobre todo a su escuela, que va a seguir interpretando con los símbolos de una época. Y hay que entender la metodología y la simbología freudiana como una ruptura con el mundo anterior, con la época victoriana. Entonces, para romper con el victorianismo existente, la represión de lo sexual es esencial; hoy en día no nos lo parece tanto. Hemos cronificado algo que se estudió para una época y que fue una llave maestra en la historia de la humanidad, pero ¿por qué cronificarlo? Eso sería la crítica al psicoanálisis.

La concepción freudiana dice que “los sueños son el camino real al inconsciente”, ¿pueden ser también un sendero al amor propio?

No necesariamente. Al autoconocimiento sí, pero ¿éste nos va a llevar al amor propio…? Ojalá, debería ser así, pero muchos no somos capaces de verlo ni autoconociéndonos. Al contrario, hay gente para la que los sueños tienen siempre un carácter agresivo, intimidatorio. Alguna gente acude a la consulta con una pesadilla continua, un despertar sintiéndose agredido, humillado. Recuerdo ahora un sueño que se repite mucho: un gran perro que viene y le orina encima. O personas que sueñan que parte de ellas se están pudriendo. O que tienen una transparencia en el estómago y dentro hay un gran foco de infección, No siempre el sueño conlleva al amor propio, porque muchas veces emerge la sombra. El trabajo con la sombra es complejo. No podríamos decir automáticamente que el sueño llega al amor propio. Sí podríamos decir que llega a conocerse uno mismo y por tanto conocer lo que le trasciende. Como dicen los orientales: “Quien se conoce a sí mismo, conoce a su señor”. Puede ser un camino, pero hay que ver hacia dónde lleva y el empleo que se pueda hacer de los sueños. Tu pregunta es la gran pregunta: ¿Por qué no nos queremos? Pues porque muchas veces no nos han querido. Al no querernos, nosotros nos queremos como nos han querido, precisamente porque queremos a los que no nos han querido. Es un poco complejo, pero es así. Es el caso de cuántas mujeres sueñan con su padre como vampiro. Cuando se rasca un poco aparece un abuso infantil, pero de un modo metaforizado, no de un modo consciente; parece que se ha olvidado. Esta niña ha sido abusada por su padre en repetidas veces, pero lo ha olvidado porque hay un trauma, está en el profundo inconsciente. Pero cuando esa niña se pone a hacer ballet, por ejemplo, con el movimiento auténtico comienza a vomitar, a tener mareos, comienza a tener sueños que no son referentes directamente donde papá aparece vestido como vampiro. Y esa niña sigue queriendo a su papá, que ha sido el gran agresor de su vida. Es un caso complejo sobre el amor propio. El amor propio una relación con lo que llaman gracia. Algo a lo que puedes acceder en un momento dado, pero que a menudo olvidas y tienes que volver a subir para reconquistarlo. Dicen los sufíes que una cosa son los estadios y otra los estados. Puedes llegar a un estado muy alto, llegar a quererte, incluso de un modo narcisista, pero puedes bajar enseguida y tienes que volver a subir por la escalera, hacer escalones para volver a quererte a ti mismo, que es todo secreto al final. En ese sentido, la máxima de la sabiduría cristiana la han invertido: “Ama al prójimo como a ti mismo”. No, es como te amas a ti mismo sé capaz de amar al prójimo. Pero la primera parte no es tan válida; como llegas a poder amarte, como tienes amor propio, ama al otro. Si tú no te quieres, no puedes querer a nadie. Seríamos como un Hitler.

La terapia de los sueños.

 

Entre el vivir y el soñar hay una tercera cosa: Adivínala.

Tras el vivir y el soñar está lo que más importa: despertar

                                                                      Antonio Machado.

 

SABIDURÍA ANCESTRAL  Y  SUEÑOS

El empleo de la terapia de los sueños es un arte inmemorial. A lo largo de seis mil años los humanos  hemos despertado nuestra conciencia a través de los sueños. Caldeos, hindúes, egipcios, griegos, pueblos de los cinco continentes… Todas las escuelas filosóficas y  psicológicas que se precien – incluidos el psicoanálisis freudiano y junguiano, la terapia gestáltica y la neurociencia – han investigado los sueños. Todas las civilizaciones y psicologías, sin excepción, han comprendido la importancia de los sueños. Todas menos la nuestra…

La terapia de los sueños es heredera de esta sabiduría universal.  Emplea el conocimiento sobre los métodos solventes y las herramientas del saber humano para conocer los sueños y poder trabajarlos. Los sueños deben trabajarse con rigor, más allá de los prejuicios, la escuela o la ideología del terapeuta.

EL ARTE DE LA TERAPIA DE SUEÑOS.

El terapeuta de sueños acompaña al consultante mediante la recolecta o la incubación de los sueños. A través del los sueños el consultante establece un diálogo consigo mismo facilitado – nunca dirigido- por el terapeuta.

Es importante tener en cuenta que ninguna de las escuelas psicológicas tiene la verdad sobre los sueños. En la terapia de sueños se deben combinar métodos asociativos, emocionales, gestálticos, psicoanalíticos, simbólicos y teatrales con el diálogo, la imaginación activa, la conciencia corporal…

No existe una única interpretación de los sueños, porque los sueños son polisémicos y sus verdades deben ser trabajadas en función de las necesidades del soñante. Por eso la oniromancia es un arte: un arte que conoce distintos métodos y que requiere rigor, sensibilidad y empatía.

El trabajo con los sueños genera un proceso en el que el consultante conoce sin censuras cuáles son sus miedos, sus apegos, sus pulsiones, sus prejuicios, sus mandatos y sus deseos. El terapeuta lo acompañará y le ayudará a encuadrar ese trabajo en una terapia existencial enfocada al crecimiento personal.

Crecer requiere  aceptar nuestra condición  y  paliar las enfermedades del alma que parasitan nuestra capacidad de vivir con plenitud. Crecer supone cambiar la mirada sobre el mundo y dejar de pedir para entender que estamos aquí para compartir nuestros talentos con la vida. Para ello es necesario conocerse y aceptarse: es necesario quererse para poder querer.

Nuestro trabajo se sitúa entre lo inconsciente y lo supraconsciente, respetando siempre a la persona  y  su destino o yo esencial.

Nuestro trabajo ayuda al consultante a situarse en la vida sabiendo por qué actúa, cómo actúa y para qué actúa. Ello le permite ver sus necesidades y sus límites y facilita la integración de su personalidad.

Dibujando el relato personal y el mapa emocional del consultante con la ayuda de los sueños somos capaces de saber cómo se percibe el consultante y hacia donde se encamina. Y ahí comienza nuestra labor: acompañarle en el viaje de la vida.

 

PARA QUÉ PUEDE SERVIRTE LA TERAPIA DE SUEÑOS

La terapia de los sueños facilita el autoconocimiento, permite la comprensión de los sueños, libera emociones, regula el descanso , reduce las pesadillas, ordena los procesos imaginarios, ayuda a reparar desequilibrios psíquicos causados por abuso de sustancias visionarias y adicciones, orienta la búsqueda del sentido de la vida, mejora la autoestima, integra la personalidad, acompaña el crecimiento personal.

 

[Este artículo fue publicado en la revista verdemente, número de octubre de 2017]

 

 

Un regalo en forma de pesadilla.

 

[Antecedentes del caso]

Esta pesadilla pertenece a uno de mis trabajos. El soñante F.E  se encontraba en un estado depresivo que se fue agudizando durante varias semanas presentando insomnio y pesadillas recurrentes,  empeorando con el tratamiento de  benzodiacepinas y otros fármacos. Posteriormente, los análisis médicos le diagnosticaron  un problema orgánico, pero con toda seguridad, esta crisis fue detonada por diversos cambios críticos en su  vida, relativos al trabajo y la familia.

El paciente padecía sensación de agotamiento, falta de perspectivas, sentido de abandono, negatividad, episodios pasajeros de fantasía suicida, abismamiento, pesadillas, visiones y agitación. El paciente solicita realizar una interpretación de sueños, y se procede a intentar la integración de su sueño, que aparece como un síntoma.

El soñante, practicante discontinuo de meditación, había pasado sus  vacaciones meditando con el fin de sobrellevar los cambios dolorosos en su vida. El efecto de esas prácticas había desencadenado un ejercicio  de profunda autocrítica y de juicio sobre su vida entera, con una apertura a una conciencia dolorosa y a su vez transformadora.  Es como si a la luz hubiera sucedido un estado de reflexión y trabajo personal. Pero algo había quedado abierto en forma de herida…

Aquellos días, hasta que el paciente fue tratado de diversos modos, las pesadillas afloraron de modo persistente y fueron tomando forma de angustiosa trama. El insomnio agudizó el malestar del paciente, que no sabía a qué achacar este estado cercano a la demencia que le impedía su vida normal en casi todos sus aspectos. El paciente trataba de tranquilizarse mediante la oración y los mantras, que le calmaban solo pasajeramente.

 

[Sueño]

Aquel estado de ánimo se manifestó en su peor momento en una pesadilla  que le resultaba familiar y cuyo testimonio reproduzco con su consentimiento:

<<  Estoy en una enorme plaza llena de escrementos de pájaros sacrificados y desplumados,  sangre y lamentos de esclavos. Hay mucha gente y puestos de venta sucios; un caos de horror entre cadáveres de animales, jaulas y corros de tratantes de humanos. Yo estoy allí,  sufriendo, atado por el cuello… Intento huir , pero hay cuatro genios malignos que parecen mis dueños. Me tienen a la venta y me exhiben… En un instante, consigo zafarme de las argollas de uno y puedo huir a duras penas, haciendo un esfuerzo  por esconderme… por fin me siento libre… pero el lazo de otro de ellos me caza por el cuello haciéndome sangrar. Se ríen de mis lamentos y me devuelvan a una jaula…

Mi estado es deplorable, cadavérico,  consumido, doloroso.  Me duele mucho el corazón, como si me fuera a morir

Despierto alterado de esa horrible pesadilla y puedo ver, ya despierto, como esos señores me llevan con ellos. La visión continúa unos segundos a pesar de estar levantado. Me encuentro muy mal…>>

 

[Trabajo personal sobre el sueño. Resumen]

 

Tras analizar con el soñante qué está pasando en su vida y asociarlo al sueño… enfocamos el asunto sobre sus miedos y ansiedades… El paciente asocia con el miedo lo que le ha ocurrido en el trabajo y con su familia, como un producto de fuerzas externas y ajenas a su voluntad.

Facilitador: ¿Pero por detrás de esos cambios que están sucediendo,que temes?

Paciente: La soledad, tal vez…

Facilitador: ¿Qué quieres decir?

Paciente: La soledad y la pobreza en la vejez…

Facilitador: ¿Por qué te vas a la vejez?

Paciente: No quiero morir sufriendo.

Facilitador: No debe ser fácil morirse sin sufrir… 

Paciente: No quiero sufrir, no quiero sufrir más.

Es como si hubiera estallado la ansiedad que ha padecido durante los últimos años. Su miedo desesperanzado que se repite día y noche y que se manifiesta en estas terribles pesadillas pero lo que destaca es que no quiere sufrir, y quizá sea eso lo que precisamente le haga sufrir: el miedo a sufrir a causa de la vejez, la pobreza y la muerte. Un tema clásico en el budismo.

El paciente, sin embargo, proyecta una y otra vez sobre sus enemigos y perseguidores toda la causa del sueño. La agresión viene también  de fuera, y relaciona a esos personajes…

Pero nosotros debemos trabajar sobre su templanza para poder superar una crisis que tiene un frente médico, uno psicológico, uno terapéutico y uno espiritual.

A través de la mayeútica, el soñante recuerda otras capas del sueño:

<< Yo sé que he llegado allí vivo de milagro, tras una serie de derrotas terribles y humillantes, consecuencia del terror que imponen nuestros perseguidores, que exterminan toda vida a su paso sin que podamos ofrecer resistencia. Me han cazado y eso quizá es peor que morir. Ahora lo sé.

Ese ambiente me resulta terrible y sanguinario, pero como familiar. En mi memoria flotan algunas batallas perdidas, seres queridos de cuyo paradero no he sabido nunca más…>>

En ocasiones, le explico, pareciera que no podemos hacer nada sobre la incertidumbre de la vida ( que no depende de nosotros) pero que sí podemos trabajar sobre la manera de afrontar lo que nos pasa. Y que de la manera en que  afrontemos lo que nos sucede y analizamos en qué manera hemos contribuido a que nos pase  dependerá cómo podamos integrar la incertidumbre.

Cuando vamos representando a los personajes del sueño, F. E ofrece resistencia a interpretar a sus amos y fantasmas. No quiere de ninguna manera relacionarse con ellos. Entonces le pido que los describa. Después de un ejercicio de relajación van apareciendo los protagonistas de su sueño:

<<Mis amos son poderosos, bien vestidos, como ricos. Uno de ellos luce un traje de oro y piedras, el otro se hace reconocer y besar la mano con un gran anillo que tiene una copa de vino rojo, el otro exhibe  su comodidad encima de una carroza acolchonada llena de placeres, el otro se alimentaba de las miradas de los demás mientras hacía malabarismos y recibe aplausos hinchado…>>

Asociamos aquellos personajes a la realidad del paciente. Algo, piensa, tienen que ver con sus jefes, con los poderosos, con los señores del mundo, los famosos. F.E Ahora recuerda que uno se parecía a Trump, otro a su director, otro a un conocido mago… F. E se hace consciente , le viene  una imago y recuerda que el cuadro del Bosco de la coronación de espinas de Cristo. Resuena su creencia e imaginario religioso.

Me llega a reconocer que a partir de aquella experiencia entiende las palabras del Cristo: Padre, ¿por qué me has abandonado?

Pero el paciente sigue poniendo fuera de sí lo que está también dentro de sí mismo.

Le pido entonces que hable por ellos, como si fuera cada uno de ellos. Le cuesta mucho pero van saliendo palabras, balbuceando…

<<Uno dice: Te poseo desde mi comodidad.

Otro: mi lazo es infinito y te persigue porque tiene poder…

El tercero me enseña el oro y dice: Por mi sufres tú y  el mundo entero…

El cuarto: Necesitas que te aplaudan…

Aquellos triunfadores – dice el paciente-  no tenían ningún respeto conmigo mismo… yo no era sino su siervo y aunque quería huir no podía hacerlo…>>

¿Contigo mismo? El paciente empieza a entender…

Le señalo lo que dijo que vio al despertar:

Desperté derrotado y pude ver, ya despierto, como esos señores se iban con su presa, que era yo

¿Qué más podía decirse a sí mismo? ¿Cómo puede la conciencia profunda mostrárselo mejor?

Repasamos su personalidad, trabajamos sobre su eneatipo, y sobre sus propias pasiones y carencias.

En la siguiente sesión se hace al fin consciente de que sus monstruos eran también partes suyas.

» Empiezo a sospechar que son parte de mí, esos monstruos…»

El miedo al dolor del paciente… está compensado por la defensa de la racionalización y la búsqueda de placeres y reconocimientos como la fama, la comodidad, el poder, la seguridad… Esa ha sido la constante de su vida, y ahora que llega la desprotección resulta cruel y díficil, y echa la culpa al mundo exterior de lo que le sucede…

Pero aquellas mismas necesidades  quizá son ahora los amos de su alma, los señores de sus miedos… Sus propios enemigos. Y ahora que todo se tambaleaba en su confianza, él padece ese miedo quizá precisamente porque sirve a sus señores. Son estados de su alma, y contra ellos debe enfocar su lucha para aguantar las zozobras de la vida.

Reconoce que en cierta forma, aquella pesadilla es un regalo de autoconocimiento y un reto… Justamente el reto que en sus meditaciones se había planteado: Conocerse a sí mismo, pero, ¿conocerse a sí mismo, para qué? Parece que el paciente se hace consciente:

«Para vencer las pasiones que me tiranizan y me hacen sufrir…»  

Que aquello sobre lo que no podamos, no pueda sobre nosotros.

Un monstruo que viene a verme.

 

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¿Quién sino tú mismo puede ser ese monstruo que viene a verte? Eres tú, pero no solo eres tú. Es algo  que te habita, que te trasciende y te permite encarar las dificultades y los miedos de la existencia.

Esta historia es la historia de todos y cada uno de nosotros, pues no deja de ser la narración el viaje de todo humano que afronta una perdida desde el encuentro profundo consigo mismo. La imaginación creadora que mora en el inconsciente nos permite trascender los abismos y las sombras, el dolor y el apego…

 

A partir de la novela de Patrick Ness,  José Antonio Bayona realiza una película que puede considerarse un referente en el tratamiento de los sueños en la gran pantalla. No solo en el tratamiento de los sueños, sino de los sueños como mensajeros del Inconsciente donde residen también los recursos y aliados en el viaje de nuestra vida.

En esta caso, la historia universal es la historia de un niño al que las duras circunstancias empujan a perder lo que más quiere. Connor, nuestro niño héroe protagonista, encontrará en su Inconsciente su aliado. La enfermedad de su madre, el abandono de su padre, el maltrato de sus compañeros y la figura acartonada de su abuela son las circunstancias de la tormenta psíquica perfecta (rito de paso) en el camino de un adolescente sensible al que la vida  parece aplastar… Nuestro protagonista deberá enfrentarse a diversas historias y sueños a través de las cuales su monstruo personal irá enseñando el camino, haciéndole entender con dolor qué sentido tiene lo que le está ocurriendo.

<< El monstruo se puso de rodillas para que quedara a la altura de Connor (y le dijo). Te contaré historias de cómo derrote a mis enemigos. Historias de cómo di muerte a dragones…>>

Gracias a esas historias,  pero sobre todo a la que tendrá que asumir y vivir, Connor remontará los desfiladeros del miedo y las pesadillas de culpa solamente tras una épica lucha en la que  integrará su sombra. Una sombra relacionada con la muerte de su madre y el deseo de que ella deje de sufrir.

Más allá de las apariencias, Connor se irá encontrando con su propia verdad.

En un momento de la historia, Connor se enfrenta a su monstruo en un pliegue más de conocimiento:

-No lo entiendo… ¿Aquí quién es el bueno?

-No siempre hay un bueno. No siempre hay un malo… Casi todo el mundo está en un lugar intermedio. (Responde el monstruo)

Un monstruo simbólico mora en el Tejo, en el árbol milenario y curativo del Amina Mundi, símbolo universal de la naturaleza. Un monstruo que en la novela se presenta a sí mismo como el eterno Hombre Verde…

El relato no tiene desperdicio. El miedo, el amor incondicional de la madre, la integración de la sombra, la ira, la represión, la culpa, el castigo… Complejos aspectos psicológicos tratados de un modo realista, profundo y respetuoso.

¿Cómo nos sentimos al ver esta película?

El espejo funciona, y nuestro niño interior nos acompaña a lo largo de esta dura historia… lo que provoca que nuestras emociones broten y que esa parte dolorosa y temerosa que aflige nuestra psique se libere.

Aquí puedes ver el    TEASER DE UN MONSTRUO QUE VIENE A VERME

Hasta pronto.

Entrevista sobre mi trabajo en ABC

Javier Esteban impartiendo una conferencia sobre los sueños en El Bosco
Javier Esteban impartiendo una conferencia sobre los sueños en El Bosco
JAVIER VILLUENDAS @JVilluendas Madrid – Actualizado: Guardado en: Cultura ABC Cultural

Una mujer de treinta y tantos está dándose un baño en una piscina onírica, intranquila, porque hay en ella un tiburón (interpretado por un hombre de jersey negro) que le asusta. La representación del sueño es conducida por el director de orquesta Javier Esteban, profesor en la Universidad Camilo José Cela, máster en psicoanálisis y facilitador de sueños. ¿Es su pareja, la persona con la que acaba de irse a vivir, el tiburón? ¿Tiene miedo a las crisis derivadas del roce que hace florecer el cariño y también el odio? ¿O es ella el escualo? El pasado 8 de noviembre, ante más de cien personas congregadas en el Centro Conde Duque, el terapeuta puso en acción su método con los voluntarios que subieron al escenario.

«Empecé con la literatura de los sueños, me aproximé a Arrabal y Jodorowsky, que era la cola que quedaba del movimiento surrealista. Me interesaba este mundo desde la infancia», nos cuenta Esteban en una charla teléfonica. Su primer libro, «Duermevela», un diario de sus sueños, cayó en manos del que sería su maestro, Luis Cencillo, con el que estuvo tres años interpretando sus visiones yacientes. ABC ha charlado con el facilitador para que nos cuente más sobre sus círculos de sueños.

¿En qué consiste su labor?

En primer lugar, acompañar. Y luego ayudar a hacerles ser conscientes de qué les está diciendo su propio sueño, ya que éste utiliza el lenguaje simbólico de las metáforas y metonimias.

¿Donde empieza el estudio de los sueños?

Con los residuos que tenemos de tribus tradicionales, sabemos que hay tablillas en Asiria. Y en Babilonia también se trataban. Los egipcios, por supuesto, tenían grandes tratados sobre sueños, eran expertos. Los griegos también… La pregunta de un hombre por los sueños ha estado siempre allí.

¿Qué nos cuentan?

Son polisémicos, tienen muchos significados. Nos hablan sobre nuestro momento existencial y nos dan una información valiosísima, porque no está filtrada por la censura de nuestra vigilia. Fui a ver esta película que ahora está tanto de moda, la de «Un monstruo viene a verme», y es exactamente esto. El diálogo que tiene un niño en un proceso de cambio radical, de pérdida de la madre y con sus propios sueños. Y sale un personaje en ellos, que es el subconsciente, y le va abriendo el camino y le va enseñando por donde ir. Se va comunicando consigo mismo.

Trabajo en un círculo de sueños
Trabajo en un círculo de sueños

Decía Freud que los sueños son la vía regia para conocer lo inconsciente. Yo estoy en lo que dice mi maestro Luis Cencillo, que los sueños nos sitúan y nos permiten ver quiénes somos, dónde estamos, hacia dónde vamos, de dónde venimos y qué es lo que queremos de verdad. Fíjate si los sueños nos dan información. Los sueños tienen la capacidad de desvelarnos aspectos de la existencia, es un diálogo permanente con lo inconsciente. Son una fuente de conocimiento y de recursos que el ser humano puede y debe aprender a integrar. Antonio Machado, en sus «Canciones Nuevas», va dando luz a este asunto. «Entre el vivir y el soñar hay una tercera cosa. Adivínala». Uno tiempo después, la duda se aclaraba en otro de sus proverbios: «Tras el vivir y el soñar, está lo que más importa: despertar».

¿Qué le pareció la película de Bayona?

Maravillosa. La han acusado de lacrimógena pero yo creo que el tema lo borda. Está en tensión continuamente y te mete en un viaje iniciático, en un viaje de conocimiento. El facilitador de sueños, volviendo a la primera pregunta, no es un intérprete, porque el intérprete es alguien que hace una conjetura científica o ideológica del sueño, sino que es alguien que acompaña al soñante y lo hace de un modo terapéutico a encajar ese sueño en su existir. Y en el caso de la película se ve perfectamente ese proceso. Ese monstruo es él mismo y habla consigo mismo. Son nuestros propio recursos. Decía Jung que los sueños están llenos de recursos que desconocemos. Los sueños nos enseñan cosas de nosotros que no reconocemos como nuestras porque estamos censurados en vigilia. Estamos hechos a la medida de la sociedad y de nuestros límites, y en los sueños eso se libera.

¿Por qué se nos escapan, a veces, los sueños? ¿Hay trucos para recordarlos?

Porque cuando despertamos normalmente fijamos la atención en otra cosa: lo que tenemos que hacer, una obligación,… Y porque los sueños son vívidos en la fase REM, mientras que el despertar no es en esta fase. Por eso, hay muchos sueños que ya han sido digeridos y están medio olvidados. Y luego hay un tercer factor, que es no querer enterarnos de lo que soñamos de un modo inconsciente. Para recordar hay técnicas relativamente sencillas. Colocas un cuaderno en la mesa abierto con un lapicero y va a ocurrir lo siguiente: los sueños se acuerdan de ti cuando tú te acuerdas de los sueños. Y luego hay otras técnicas concretas. Cuando te levantas y abres los ojos, en lugar de ponerte a hacer cosas inmediatamente o forzar el recuerdo del sueño, es muchísimo mejor fijar la mirada en un punto. Una esquina de un cuadro, una mancha de la pared… y ver qué nos viene, simplemente relajándonos. Probablemente el sueño va a aparecer.

¿Y qué hay de los recurrentes?

Que hay un asunto pendiente, nos estamos contando algo que no acabamos de resolver. La mayoría de la neurociencia se queda con qué zonas del cerebro se activan, que es lo que puede comprobar sin relato el neurocientífico. Lo cual es interesantísimo, porque nos da un mapa del cerebro en el sueño. Pero el sueño tiene su propia historia… y esta historia muchas veces se repite.

El neurocientífico Fabricio Ballarini alertaba en una reciente entrevista en «El País» que había que tener cuidado con el psiconálisis. ¿Cuál es el conflicto entre neurociencia y psiconálisis?

La neurociencia tiene una misión: la explicación científica de una parte del cerebro. Actualmente, tenemos unos aparatos que no tenían Freud ni Jung ni nadie para ver cómo funcionaba el cerebro durante el sueño. Esto aporta muchísimo a la teoría de los sueños. Nos permite saber qué funciona en una fase REM, qué no, qué partes del cerebro están funcionando durante el sueño, etc. Y esto es fundamental y, hasta aquí, estupendo. El problema es cuando se convierte la neurociencia en una ideología de los sueños, y pretenden los neurocientíficos ser quienes establezcan el significado del sentido de los sueños sin considerar el relato del sueño. Si un señor sueña que le están comiendo las piernas unas piedras, la máquina nos dirá que la amígdala se altera porque hay un dolor, que hay partes de la memoria activadas… ¿De eso podemos sacar lo que ese sueño significa para el soñante? La ciencia está al servicio de una interpretación que debería integrar el relato clásico psicoanalítico más los aparatos científicos. No intentar hacer de los aparatos científicos la única base. La ciencia vulgarizada puede ser la peor de las religiones si somos creyentes científicos. La tesis básica de los neurocientíficos es que los sueños, que tienen una función de resetear el cerebro, se producen de un modo aleatorio y que no tienen ningún sentido ni significado.

¿Y cuando se repiten?

Esa es la cuestión. O cuando empieza uno y acaba el otro. O cuando un sueño te permite hablar con otro o cuando tienes un periodo de lucidez dentro de un sueño. Es imposible que un sueño se acabe siempre en el mismo momento. La neurociencia no puede explicar eso. ¿Por qué tenemos que hacer un discurso a partir de la visión externa del sueño olvidando lo que es el relato intrínseco del sueño? No es nada probable que siempre soñemos con el mismo número de lotería de un modo aleatorio.

¿Y por qué desestiman su estudio?

Hay un primado científico, la ciencia se ha hecho una especie de creencia religiosa. Y también, y es importante, porque se ha abusado mucho de la interpretación clásica y del relato del sueño. Y a las ocurrencias de unos se han juntado las ocurrencias de otros. Se intenta dar una base científica a los sueños. El problema, como decía mi maestro Luis Cencillo, es que los sueños no pesan, no huelen, no tienen color,… Es decir, los sueños no pueden ser objeto de una investigación puramente empírica. Y creen que lo otro son novelas. Yo me imagino que, a raíz de la escuela de Hobson, aparecerá alguien que será capaz de aglutinar como hizo Freud en su momento lo que es la ciencia y el relato del sueño.

¿Son todos interpretables?

Todos los sueños tienen sentido y el soñante puede saber cuál es el sentido de ese sueño para él, con un mínimo de trabajo dirigido. Incluso aquellos sueños de los que solo queda un trazo o simplemente un ambiente. He soñado con miedo, o una imagen solo en la que sale una piscina, por ejemplo. Todo eso tiene sentido para el que lo sueña, porque el sueño condensa, desplaza y utiliza la metáfora. Los sueños siempre tienen significado.

¿Y en el caso de un psicótico?

La gente con la estructura de la personalidad rota o mal formada sueña mucho y, a veces, estos sueños toman la forma de delirio diurno. Podríamos decir que están, en muchos casos, muy cerca de la pesadilla diurna. Un psicótico, un paranoico que piensa que todo el mundo va contra él o le persiguen, o un esquizofrénico que se divide a sí mismo o que oye voces. Claro que sueñan y claro que se pueden tratar. Ahora bien, la psiquiatría no es que haya renunciado pero tiene grandes obstáculos para reparar las estructuras psicológicas destruidas. ¿La esquizofrenia produce sueños? Muy abundantes. ¿Interpretables o facilitados? Perfectamente.

«Lo complicado no es interpretarlos sino reconocer lo que nos decimos a nosotros mismos», dijo.

Muchas veces en los sueños veo que hay algo con lo que el soñante no quiere identificarse. Ahí es donde necesitan trabajo, donde aparece la sombra. Es decir, cuando soñamos que es otro el que nos agrade: su mujer, su marido, un chulo, un tirano, un monstruo que le persigue,… normalmente ese personaje con el que no se identifica el soñante es una parte esencial del soñante. Es una parte que ha reprimido y que aparece en sueños. No tiene tanta importancia interpretar el sueño sino saber qué nos está diciendo a cada uno.

Javier Esteban en su estudio
Javier Esteban en su estudio

Con el sistema tradicional, si vamos a interpretar el sueño, lo que hacemos es una teoría del sueño. Si yo soy freudiano pues voy apuntar lo fálico, los deseos, voy a apuntar la represión. Si soy jungiano me voy a centrar en la simbología del sueño, me voy a obsesionar con los símbolos del sueño. Por ponerte un ejemplo: una mujer soñó que estaba en la playa con unos amigos y que algo brillaba en el fondo del mar. Se tiraba a por ello y lo sacaba. Y, oh, es una maravilla, como una agenda gigante ortogonal con unos colores muy bonitos. Y le enseñaba este tesoro emocional a uno de esos amigos. Y este le decía que eso se lo encuentran todos los días, que no vale nada. Y ella, al final, tiraba el tesoro. Pues una terapeuta jungiana amiga mía se obsesionó en la forma del tesoro, porque cierra todas las posibles líneas de energía y, en sí mismo, ya es un tesoro. Se había quedado con el símbolo, mientras que en la representación lo importante es que esta mujer había renunciado a un encuentro suyo con su propia vida inconsciente porque alguien le había dado una orden. Si fuéramos freudianos haríamos una interpretación del agua, del placer, del deseo frustrado, de llevar algo a cabo. Lo malo de la interpretación es que normalmente obedecen a una ideología y se preocupan más porque el sueño coincida con lo que piensan ideológicamente que por la propia realidad del sueño… y, sobre todo, por lo que tiene que ver el sueño con la existencia de la persona.

Ha ejercido de periodista y le apasiona el género de la entrevista. Y ahora utiliza la mayéutica para analizar los sueños.

A mí siempre me ha interesado la entrevista psicológica, para conocer al otro. Incluso más que para conocer lo que dice, para conocer al otro. Tuve mi fase de escritor, de periodista,… Tuve mi propia revista, «Generación XXI», y ahí empecé a conocer a personajes del mundo de la psicología, entro otros a Cencillo, y a especializarme en este género. Hice varios libros de entrevistas, con Claudio Naranjo, con Alejandro Jodorowski, etc. Me he especializado en la entrevista como una forma de trabajo que ha pasado de lo periodístico a lo terapéutico. Y el método mayeutico es el que empleo para analizar el sueño: la entrevista.

¿Es «quién soy yo» la pregunta más difícil de responder?

Es posible, sí. Quién soy yo y qué hago aquí. Es difícil porque las personas somos máscaras, somos relatos a nosotros mismos en una existencia limitada. Con la posición de conciencia que ocupamos, no podemos ver todo el mapa y dónde estamos, sino que vemos nuestro propio relato. Pasa un buey en un día de lluvia y hace un hueco con la pezuña. Se cae un mosquito en el charco y piensa que es un capitán, que tiene que ir allí y traer alimentos a sus hijos, monta una compañía naviera… y viene la otra pata del buey, la de atrás, y le aplasta. Es un relato muy duro de la existencia humana… Pero somos puntos de percepción y tenemos una visión de lo real muy limitada. Precisamente el conocimiento es saber qué es lo real y qué hacemos aquí. Vamos a los clásicos. Sé que no sé nada. Sé que soy una máscara, porque la persona es máscara. Y a medida que voy creciendo voy desvelando el conocimiento y voy aprendiendo cuál es mi sentido en la vida, que es enterarme de qué es la propia vida. Y gozarla. Ese es un poco el resumen.

Al conocerse a fondo, entonces, es cuando se puede ser feliz.

Sí, porque relativizas todo lo que ha ocurrido y lo que te puede ocurrir.

Sueños lúcidos y sueños manipulados. El caso de Sandra B.

Hubo un tiempo en que nos citábamos en sueños lúcidos para realizar prodigios y ceremonias. Hubo un tiempo de vuelos y extraños torneos junto a los acantilados de mármol. Y, sin embargo, ese tiempo pasó cuando nos asomamos a los secretos del luminoso pozo…

 

Algunos neurociéntificos relacionan los sueños lúcidos con la salida de la fase REM de los sueños. Este aparente reduccionismo no deja de darnos una infomación valiosa sobre la fina piel que separa lo consciente de lo inconsciente en determinadas fases del proceso del sueño. Pero también sabemos que hay prácticas de incubación que permiten dar forma  a los propios sueños, más allá de lo que suceda en determinadas fases o niveles de consciencia.

Es curioso: una pequeña parte nuestro insondable inconsciente se conduce, ante determinados estímulos, como un caniche entrenado . Hay algo circense en la hipnosis,  como  hay algo circense en el sueño lúcido programado: la experiencia de la incubación manipulatoria de los sueños nos interpela respecto al uso que desde la consciencia podemos hacer del inconsciente. No me refiero a la sabia mirada de la conciencia testigo, sino a una conciencia directiva y manipuladora, más propia del núcleo egoico de la conciencia. Como si existiera un nivel inconsciente del ego, una ridícula cáscara de huevo flotando en medio de una galaxia…

Fue Luis Cencillo quién me hizo caer en que los sueños son una parte de nuestra existencia que debemos cuidar de toda manipulación, recogiendo nuestra memoria soñada con sumo cuidado, como si de piezas de arqueología se tratara, para ponerlas bajo el microscopio.

Si el conocimiento de uno mismo es siempre escaso, si la veladura del ego nos impide ver al propio ego que juega al escondite, con mayor razón debemos emplear el sueño para conocernos antes que manipularnos.  Esa fue mi primera conclusión después de un tiempo de lucha: pues mucho me importaba sumergirme en mis sueños con una armadura. Hubo un tiempo en que nos citábamos en sueños lúcidos para realizar prodigios y ceremonias…

Ello me alejo de los sueños lúcidos manipulados por un tiempo largo. Hablé de ello con Jodorowsky -entonces sumamente interesado por ese tipo de sueños-  y cerré el libro de Sant Denis. Decliné la invitación de mis amigos, amigos de Castaneda.

Esto no significó que desaparecieran los sueños lúcidos o la interpretación de mis propios oniremas dentro de mis sueños. No. Pero dejé de practicar la incubación con fines manipulatorios para dirigir mis sueños. Deje incluso de preguntar al oráculo inconsciente.

Un día, ya en los círculos de sueños, me encontré con la necesidad de volver a incubar, si quiera para abrir estados que permitieran ver los propios sueños a aquellos que querían saber por qué no sueñan.

El equilibrio entre la incubación y la manipulación de los sueños lúcidos es frágil. Podemos invocar al sueño, pero después, conviene dejarlo aparecer sin darle órdenes… ¿O no?

Y, sin embargo, apareció la paradoja en el caso de Sandra B. Una de consultante que decidió iniciar una terapia conmigo a partir de uno de sus sueños.

Sandra no paraba de ser torturada en una pesadilla repetitiva, macabra y demoníaca. Dos fantasmas oscuros rozaban las cuerdas de un violín desafinado su corazón mientras sacrificaban a su hija no nacida…

Cuando actuamos el sueño, apareció por un momento una terrible escena. Una escena cuya presencia ponía los pelos de punta. Habíamos meditado un poco… y ello permitió a Sandra conocer mejor a sus fantasmas. Recorrimos su psicobiografía y creímos haber localizado el origen del trauma que guardaba celosamente su amigdala.

Y, sin embargo, los señores de la oscuridad volvieron a presentarse con sus disfraces habituales para agredir a Sandra del modo más brutal y ritual cada noche.

El hecho de que Sandra fuera consciente de lo que le pasaba no bastaba para poder frenar aquello. Aunque trataba de huir, era siempre capturada. La situación empeoró con su embarazo…

Entonces, contra todo lo dicho, volvimos a incubar.

Esta vez para luchar contra aquellos fantasmas  que eran parte de Sandra. Se trataba de que reconociera una parte suya y hablara con ella en cuanto se diera cuenta de que aquello era un sueño.  Pero el fantasma se resistía  a aparecer…

Una noche volvió la pesadilla. Cuando por fin Sandra se disponía a encarar sus fantasmas y les quiso hablar, una voz profunda la respondió con furia:

<< Yo no soy tú >>

El diálogo se cortó abruptamente.

La pesadilla volvió a aparecer.

La volvimos a representar una y otra vez. Volvimos a trabajar esa misma frase, ese  Koan < Yo no soy tú>.

Y ese mensaje de sí misma permitió hacerse consciente a Sandra de que esa sombra… estaba inculcada por un introyecto muy concreto de su infancia…

Sandra  había sido castigada al cuarto oscuro para que dejara de ser ella.

La buena noticia es que los  fantasmas de Sandra se han tomado unas largas vacaciones.

 

Cuando la abuela nos habla de amor en los sueños

La presencia de la abuela en los sueños no debe entenderse como un símbolo unívoco universal, un arquetipo hablador, sino como un mensaje revestido de simbolismo que está  asociado a nuestra relación consciente o inconsciente con ella.

El trabajo con los sueños es empírico y personal, no obedece a leyes universales como pretenden algunos seguidores de Freud o Jung.

Es cierto que generalmente asociamos la abuela al amor y el cariño incondicional sin obligaciones. También lo es que de niños solemos relacionar a los abuelos con la complicidad, el ejemplo o la sabiduría… Muchas veces prevalece la imagen de que los abuelos nos dan algo que los padres, sometidos a “la necesidad de educar”, no nos  han podido dar.

A la  abuela se le otorga  en algunas  tradiciones el papel de comunicar cosas importantes o anunciar cambios…   Leer más

Entrevista en el Estado Mental

En esta entrevista hablo  durante  una hora con el periodista y escritor Bruno Galindo, para la radio El Estado Mental.

Es una buena introducción al mundo de los sueños.

https://elestadomental.com/radio/en-la-zona/mundo-onirico

Las funciones del sueño. Breve documental 7 minutos

En este corte de un documental podemos ver una breve introducción sobre los mecanismos del cerebro cuando dormimos.

Su valor no reside en la interpretación que hace de la naturaleza y utilidad de los sueños -que es más que discutible- sino en cómo explica el funcionamiento del cerebro.