Cuando la abuela nos habla de amor en los sueños

La presencia de la abuela en los sueños no debe entenderse como un símbolo unívoco universal, un arquetipo hablador, sino como un mensaje revestido de simbolismo que está  asociado a nuestra relación consciente o inconsciente con ella.

El trabajo con los sueños es empírico y personal, no obedece a leyes universales como pretenden algunos seguidores de Freud o Jung.

Es cierto que generalmente asociamos la abuela al amor y el cariño incondicional sin obligaciones. También lo es que de niños solemos relacionar a los abuelos con la complicidad, el ejemplo o la sabiduría… Muchas veces prevalece la imagen de que los abuelos nos dan algo que los padres, sometidos a “la necesidad de educar”, no nos  han podido dar.

A la  abuela se le otorga  en algunas  tradiciones el papel de comunicar cosas importantes o anunciar cambios…  

Hace algún tiempo, en la misma semana, trabajé dos sueños que están unidos por la presencia de la abuela y por referirse a la pareja.  Me refiero a la pareja como búsqueda de complementariedad de nuestra parte femenina o masculina, la pareja como ser completo y camino. En estos sueños las identidades y lugares han sido modificados. En ambos casos, cuento con el permiso de los soñantes para la publicación de una parte del trabajo bajo indentidades figuradas.

Recojo un caso reciente de una de mis terapias con autorización para ello. Amaya C, 35 años, escritora, es una mujer sensible e inestable. Su padre era un maltratador de carácter bipolar. A pesar de haberse trabajado a conciencia, Amaya no ha conseguido estabilidad emocional y ha tenido muchas relaciones insatisfactorias en los últimos años. Actualmente mantiene una relación de pareja que no acaba de consolidarse. Se queja de que él la desprecia con la palabra. Recientemente ha tenido un problema importante de salud y no se ha sentido comprendida ni protegida, sino más bien culpabilizada. Sin embargo, ella continúa con su pareja, de la que depende emocional y socialmente.

Amaya C. trae un sueño sobre el que dialogamos.

AMAYA-  Veo a mi abuela vomitar y eso provoca mi vómito… Pero un vómito terrible.

FACILITADOR-  ¿Qué más recuerdas?

– Antes percibo, pero no veo…  Es como si están mujeres de mi  familia contándose algo, cuchicheando…

– ¿Qué se cuentan esas mujeres?

– Como si guardarán un misterio, algo que no quieren desvelar pero que está en el aire…

– ¿Cómo hacen o dicen?

– Chismorrean, chi chi chi.

– Represéntalo

[Amaya se encorva y cuchichea en voz baja cambiando de posición. Se pone un trapo en la cabeza]

–  No sabes que quieren decirte, o es algo que de algún modo sabes…

– ¿A mí?

– Ese “secreto familiar” parece un mensaje tuyo para ti, escondido en un pliegue de la censura…

[Amaya se queda pensando un momento largo]

Cuéntame  de nuevo el sueño en primera persona, en presente.

-Yo veo a mi abuela vomitar… y eso me hace vomitar (pone cara de asco).

– ¿Dónde sientes ahora la sensación de asco o malestar?

-En la boca, como un regusto a vomitona. Me baja por el esófago. Aquí (Se toca).

-¿En qué lugar es más profunda la sensación?

-En la boca, un regusto como aggg…

-Amaya ¿Crees que tienes que vomitar algo?

-No lo sé. Eso me pregunto yo.

– Imagínate que eres tu abuela, pregúntala…

[ Amaya habla como si se dirigiera  a su abuela]

– ¿Qué es lo que te hace vomitar?

– Ahora debes representar a tu abuela, que te contesta

– No lo sé.

– ¿Quién no lo sabe?

– Yo. Digo… mi abuela

– ¿Y quién es tu abuela?

– ¿Supongo que yo?

– ¿Lo ves?

– Um.

– Es una parte tuya, la abuela que has incorporado para decirte algo… ¿En quién se convierte tu abuela?

– En mí.

– Generalmente se vomita algo que nos sienta mal, que no hemos podido digerir, algo en mal estado o algo que nos produce asco…

[En ese momento tratamos de asociar el vómito con alguna circunstancia concreta de su vida. Después de darle unas vueltas a su presente, vuelve a hablar de su relación de pareja… Amaya recuerda cómo fue su última discusión, precisamente unos días antes del sueño.]

– Hace unos días, me llamo guarra por chupar la cuchara del café con la lengua…

-¿Le has preguntado por qué?

– Suele tener esas cosas. Cuando se lo conté a mi madre… me dijo que lo mismo la pasaba a ella y a sus tías.

– Anda, las mujeres de tu familia otra vez. ¿Y qué les pasaba?

-Que sus parejas las reprochaban  ese gesto.

– ¿Te hace eso consciente de algo?

– Debemos ser de una raza especial.

– ¿Qué es lo que recuerdas de tu abuela?

– … (me cuenta diversas anécdotas que concluyen con una frase que resuena) Murió sola en una residencia, terrible.

– ¿Cómo fue su pareja?

(Se queda pensando un largo rato) Bien, parecía. Pero ahora que recuerdo mi abuela le dijo a mi madre en el entierro de mi abuelo, que el abuelo durante la guerra… había participado… en la venganza… alguien murió. Salían de noche a buscar gente y…

– Y tu madre, ¿qué pensó?

– Que no se lo tenía que haber dicho.

– ¿Es eso lo que vomitó tu abuela en el entierro?

Puede ser…

[Seguimos hablando de la abuela, la familia, la madre… Las relaciones entre ellas…]

– ¿Qué crees que puede  representar  tu abuela en tu sueño?

– ¿Lo que no hay que aguantar?

–  No lo sé. Lo debes saber tú. ¿Qué es lo que te dices a ti misma cuando ves a tu abuela vomitando y eso te incita a vomitar?

-No lo sé.

– ¿Qué podéis tener en común abuela, madre e hija…?

– ¿Maltrato?

– ¿Te consideras maltratada?

– En cierto modo, sí.

-Entonces, ¿por qué lo soportas?

– No lo soporto, me rebelo y lo hago saber…

– ¿Por qué crees que guardó aquel secreto tu abuela toda la vida?

– Supongo que por miedo.

– ¿Nunca se separó? ¿La trató bien?

– Parece que la zurraba cuando llegaba después de noches de farra…

– Vamos a suponer que esto puede tener algo que ver con el secreto de las mujeres de familia…

– Tal vez. De hecho… fue mi madre  quien parece que cortó la cadena al separarse.

– Entonces, ¿Qué es lo que no puedes digerir?

– Ese maltrato, que es el mismo que el de mi padre, y de mi abuelo…

– ¿Qué vas a hacer?

– Yo ya no discuto, pero no lo voy a soportar.

– ¿Y por qué crees que soportó tu abuela hasta el final?

– Porque no había divorcio y dependía de…

– Una relación sana es una relación donde ambas partes pueden poner límites o finalizar…

[Continuamos hablando del asco, el valor, el sentido de soportar cosas que no debemos soportar, el vínculo con alguien que nos ha maltratado, la educación en el maltrato, las decisiones valientes, el miedo. Creo que va comprendiendo que su mente ha empleado la metáfora de su abuela y los secretos familiares como reacción a un comportamiento que ella no digiere y que sin embargo tolera…]

Ferdinando M. 48, instructor de montaña. Divorciado. Ferdinando es en apariencia sumamente misógino: un deportista solitario, un separado endurecido. Su discurso está lleno de críticas a la mujer. Llama la atención. Proclama continuamente su independencia y que las mujeres no entrarán en su casa (su refugio, como él dice). Sin embargo, después de varias sesiones me confiesa que  le gusta Pepa, una compañera de trabajo  con la que pasa muchas horas. Pepa le dio un beso robado antes del irse de vacaciones. Ella tiene novio y no quiso seguir besándose… Ferdinando  parece retraído, no se arriesga a que le hagan daño. Salió mal parado de su divorcio. Su ex mujer tuvo un brote y después de semanas de violencia verbal se separaron. Hace 5 años. La  noche anterior tiene un sueño que tratamos.

FERDINANDO-  Anoche soñé que Pepa era mi abuela.

FACILITADOR- ¿Tu abuela?

– (Risas). Sí, mi abuela. Es increíble.

–  ¿Cómo era la abuela?

[Me explica que en parte su abuela le crió. Que sentía por ella devoción. Un amor incondicional]

-¿Qué es lo que sucede en el sueño?

– Yo estoy sentando en la casa de Olave, de la familia. Mi abuela me está sirviendo el desayuno, pero en realidad… me doy cuenta de que mi abuela  es Pepa.

– ¿Cómo estás en el sueño?

– Muy contento, la verdad. Me lleva a mi infancia más libre, lejos de mis padres, en vacaciones, eso era el paraíso…La chimenea parece que da calor.

– ¿Es como un hogar?

Un hogar con chimenea.

-¿Hay fuego?

En el sueño, sí.

-Los franceses dicen que es el alma de la casa, y tú eres también esa casa.

¿Yo soy un niño?

-Todos lo somos…

– El caso es que se vuelve a decirme algo y de repente veo que es Pepa y no la abuela. Qué fuerte.

– ¿Cómo te sientes cuando ves que es Pepa y no tu abuela?

– Es que me siento igual que cuando era pequeño. Pasábamos mucho tiempo con ella. Y yo en cierta forma soy como mi abuelo. Un aventurero al que ella respetaba. En realidad hasta se parecen… físicamente son muy parecidas… Yo a mi abuela la quise más que a mi madre, prácticamente. Era fuerte y mandaba, pero estábamos a gusto con ella.

– ¿Qué quieres decir cuando dices que respetaba al abuelo?

Pues eso, que mi abuelo fue un hombre libre…Eso dicen

-¿Cómo tú?

– En cierta manera

– ¿Puedes explicarte?

– Vivo tranquilo, escalando montañas, nadie me molesta. Ya tengo un hijo. No quiero complicarme la vida… Y el sexo, pues siempre hay soluciones…

-¿Por qué crees que me has dicho que Pepa es tu abuela y no dices que tu abuela es Pepa?

-No lo sé, supongo que Pepa es… la protagonista.

-Que viene vestida de tu abuela. Pepa parece fuerte, pero soportable a tus ojos. ¿Qué temes de Pepa?

– Que me ordene la vida y se acabe la magia... Las mujeres nos utilizan sin parar hasta que ya no les somos útiles.

– No creo que se pueda generalizar…

-Uff

– No sé si estás defendiéndote de algo antes de que pase…

– Más me vale.

– Pero el sueño habla de otra manera, en el sueño, Pepa te hace tan feliz como tu abuela… a tu abuelo. ¿Cómo se llamaba tu abuela?

-Josefina. Coño, ¡se llamaba María José! Como Pepa. Es increíble… (Risas) Estoy perdido…

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